
Clase 1
La dialéctica hegeliana y el deseo de reconocimiento (primera parte)
A cargo de : Eduardo Albornoz
“La duda es... la penetración en la no-verdad del saber
fenoménico, según el cual lo más real es más bien lo
que en verdad es sólo el concepto no realizado”
(GWF Hegel “La fenomenología del espíritu”)
Esta clase, como varias de las que desarrollaremos en este seminario, se basa en la desgrabación de las clases dictadas en el seminario obligatorio correspondiente al primer cuatrimestre de 1998, de la cátedra Psicoanálisis Escuela Francesa de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
La intención al transcribirlas excede la de brindar un aporte que facilite el acceso a Lacan a aquellos que recién se inician en su estudio. Así que, al desarrollo necesario para que los alumnos tomaran contacto con determinados conceptos según las exigencias lógicas de una cursada, agregué reflexiones y planteos no incluidos en esa ocasión y que forman parte de mi lectura particular de esos textos.
La exégesis de los textos de Lacan ha producido ya, a casi 20 años de su muerte, toda índole de trabajos, rigurosos, no tanto y tan poco que se hace difícil decir algo nuevo. ¿Es necesario decir algo nuevo? No es una pregunta fácil. Por lo pronto, intentaré leer a Lacan con la mayor libertad, que no es mucha.
Antes de comenzar con el tema de hoy me gustaría que recordemos que el psicoanálisis no es una cosmovisión, es una idea freudiana que Lacan retomó. Decirlo equivale a decir que no tiene una explicación para todos los problemas de la sociedad. No sólo no podemos iniciar un curso de psicoanálisis sin tenerlo presente, tampoco podemos dirigir una cura. En mi opinión, gran parte del desprestigio actual del psicoanálisis no es más que consecuencia de la idea aún presente en muchos de que constituiría una cosmovisión. El prestigio del psicoanálisis es algo que a ustedes debería interesarles, porque su futuro como profesionales depende de él. La idea en la sociedad es que los psicoanalistas son personas que opinan con ligereza sobre cualquier tema y tienen recetas para todo, como suelen proponernos la TV, y las revistas dominicales o sujetos estrafalarios que hablan del agujero central del deseo y dicen que no hay relación sexual y las mujeres no existen.
Otra idea que deberíamos tener presente es que el psicoanálisis es terapéutico. Que es una terapia distinta de las demás es algo que intentaremos abordar en este curso. El hecho que no sea como las demás ha llevado a algunos a decir que al psicoanálisis no le preocupa el sufrimiento de la gente. No deja de ser una marca de la época y de la prevalencia de la ideología del yo que haya quedado esto como residuo de la crítica freudiana al furor curandis.
Finalmente, el psicoanálisis no es eterno, vamos a ver que Lacan tampoco es eterno, no existe desde siempre, no va a existir para siempre. ¿Qué quiere decir esto? Que la cuestión de su futuro se plantea a cada instante.
El contexto histórico en el que se inicia la enseñanza de Lacan está marcado por los teóricos de la relación de objeto. Podemos resumir el planteo de los teóricos de la relación de objeto, (entre los cuales se encuentra M. Balint, con quien polemiza Lacan a lo largo del seminario 2, que tendremos oportunidad de comentar) en que plantean la viabilidad del encuentro, para cada sujeto, de una necesidad con el objeto que la satisface. El encuentro con el objeto es posible, sólo hace falta la madurez necesaria para conservar una buena distancia con el objeto en cuestión, madurez que se alcanza satisfactoriamente en la identificación con el analista. Es uno de los planteos de la Psicología del Yo, que promueve el fortalecimiento del yo, a partir de considerar que la principal de sus funciones es la de síntesis, mediando entre los intereses del superyó y el ello. No podemos desconocer que esta afirmación, como sucede muchas veces, tiene su origen en Freud. Principalmente en el modelo estructural freudiano de la psique propuesto por primera vez en El yo y el ello. Pero no es esto lo esencial que él nos transmite en su teoría del narcisismo y J. LACAN cuestionó que se encontrase allí el verdadero legado freudiano criticando dura y sostenidamente los conceptos de Adaptación y el de Yo autónomo, pilares de la Ego Psychology.
Es contra estas ideas, que provenían, no lo neguemos, de ciertos desvíos, de ciertos caminos laterales del pensamiento freudiano, pero que se habían vuelto centrales para el psicoanálisis de los años cincuenta, que se levanta Lacan y por eso lo primero que propone es retornar a Freud, volver a leer a Freud y pensar todo de nuevo con los elementos de la lingüística, de la lógica, de la antropología estructural, de la cibernética, de la filosofía.
El retorno a Freud tiene otra consecuencia que es que plantea la primera diferencia de Lacan con la IPA, esto a la altura del seminario 1 del que extraeremos algunos conceptos para esta primera parte. Freud había fundado la IPA con el propósito de garantizar el psicoanálisis. La Psicología del Yo, por otra parte, a partir de Anna Freud y de Heinz Hartmann , se había convertido en la escuela dominante del psicoanálisis
La diferencia surge a partir de un cuestionamiento de los standards, la IPA propone desde aquel entonces y hasta hoy que la formación de un analista implica entre otras cosas un análisis personal y una supervisión con analistas de la misma IPA.
Para Lacan la cura es específica de cada sujeto.
En esta clase nos ocuparemos de Hegel. ¿Por qué comenzar con Hegel un curso sobre Lacan? ¿Por qué el psicoanálisis tuvo que recurrir a Hegel? ¿Era necesario o fue una contingencia, un accidente en la formación de Lacan? Veremos si podemos responder a estas preguntas, pero podemos decir desde ya que las relaciones entre lo contingente y lo necesario no son de exclusión si tenemos en cuenta el tiempo, lo que es contingente en un momento puede luego hacerse necesario.
No vamos a dedicar esta clase y la que viene a estudiar Hegel, vamos a centrarnos sólo en aquellas cuestiones de la Filosofía hegeliana que tomó Kojeve que influyeron en la formación de Lacan y tuvieron consecuencia en sus formulaciones. Así que no se trata de un curso sobre Hegel que sería muy complejo y escapa a los intereses propios de nuestra materia. La mediación de Kojève es un elemento más que hace a que las relaciones de Lacan con Hegel no sean tan simples.
Vamos a tomar algunas líneas de desarrollo de estas relaciones.
1-)
La concepción dialéctica de lo real, una de las claves del pensamiento hegeliano, es “importada” para el psicoanálisis por Lacan.
El psicoanálisis entonces comienza por ser definido como una experiencia dialéctica en contra de toda psicología y de toda psicologización es decir de todo intento de objetivar ciertas propiedades del individuo y de pensar el psicoanálisis según el esquema clásico del conocimiento que implica un sujeto del conocimiento y un objeto a ser conocido.
El esquema clásico del conocimiento es el esquema Kantiano que implica considerar el sujeto por un lado, el objeto por el otro y el conocimiento como el instrumento intermediario entre ambos. Ese instrumento impide que el objeto, (la “cosa en sí”), pueda ser conocido. Lo primero que hace Hegel es decir que estos son “presupuestos”: “En lugar de ocuparnos de tales representaciones inútiles y formas de hablar sobre el conocimiento como de un instrumento... podríamos rechazar estas representaciones como contingentes y arbitrarias, considerar como un engaño el uso conexo de palabras como lo absoluto, el conocimiento, y también lo objetivo y lo subjetivo y otras innumerables cuyo significado se presupone como familiarmente conocido en general.” . No podemos seguir todo el desarrollo, pero es a partir de las primeras categorías hegelianas, el ser, la nada y el devenir que plantea que “la realización del concepto vale para la conciencia natural como la perdida de sí misma”, pues en este camino, el camino de la realización del concepto, es como la conciencia pierde su verdad primera. Vemos entonces como en realidad sujeto y objeto estaban originariamente unidos y tienen en común una historia de escisión, y cuando el sujeto, que Hegel llama la conciencia, en la realización del concepto se introduce en el camino de la duda, se introduce en el camino de la conciencia hacia la ciencia. El camino del saber entonces transforma a la vez al sujeto y al objeto, con lo que se supera toda oposición entre sujeto y objeto propia de la lógica kantiana.
En este aspecto Hegel retoma la dialéctica, el procedimiento discursivo del diálogo socrático, que mediante la interrogación al oponente sacaba a luz las contradicciones de su discurso llevando al interlocutor, diciéndolo en los términos hegelianos del epígrafe, a la no-verdad de su saber, el estado de confusión y desamparo que J. LACAN equipara a la primera etapa de un análisis. Por otra parte el énfasis en el devenir ya había sido señalado por Heráclito. La tradición griega. Lo nuevo en Hegel es la formulación lógica de este principio.
Ahora bien, mientras que Sócrates dialogaba con personajes existentes, Hegel dialoga con teorías. Cuando Hegel hace hablar a las conciencias logra algo inesperado, no sólo que la conciencia no diga lo que dice saber sobre el objeto sino que diga lo contrario, que escuche su contradicción y caiga en la desesperación, la penetración en la no-verdad del saber que se manifiesta, para el cual lo más real de todo es lo que solamente es en verdad el concepto no realizado.
Esto ya excede los intereses de esta materia, pero debería quedar en claro que la dialéctica cuestiona la teoría del conocimiento que enfrenta un sujeto cognoscente con un objeto a ser conocido. Hegel cuestiona la célebre dupla sujeto - objeto.
2)
La negatividad es otro de los conceptos hegelianos importados por Lacan.
El hombre es un animal que se niega como ser natural y se conserva como ser humano.
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que en el hombre su animalidad se encuentra a la vez conservada, no dejamos de ser animales, negada, puesto que no somos animales, aunque a veces no lo parezca, y superada, puesto que somos otra cosa que animales.
Esta negación, lo vamos a ver, es en términos hegelianos una supresión dialéctica. Esta idea del hombre como el ser que niega su ser natural que es fundamental en Hegel lo es también para Lacan y tiene enormes consecuencias para la clínica psicoanalítica. La negación de su ser natural tiene un carácter antropógeno para Hegel, es decir, no habría hombre sin esta negación.
Para Hegel, el entendimiento es una potencia absoluta, lo verdadero y específicamente humano, que se manifiesta en y por “la actividad de separación” o mejor aún, en tanto que acto de separar. El pensamiento humano es esencialmente discursivo. El hombre no revela al instante la totalidad de lo real, no agota esa totalidad en una sola palabra concepto. Cuando se describe un objeto aislado cualquiera se hace abstracción del resto del universo pero nada existe separado de lo que lo rodea, pero el hombre los aísla por su pensamiento y puede en ese mismo pensamiento combinarlos como le parezca.
Esta acción transforma realmente el mundo natural y crea con ella un mundo cultural. Por ejemplo puedo unir un río con unas fórmulas matemáticas y con la combinación de ambos, el río y las fórmulas matemáticas construir una usina hidroeléctrica. Una acción humana niega el río como río y lo conserva y lo supera como fuente de energía.
Cuando se crea el concepto de una entidad real, se la desprende de su hic et nunc. El concepto de una cosa es esa cosa separada de su aquí y ahora dado. De tal manera el concepto de perro no se separa en nada del perro real concreto, salvo que el real concreto está aquí, mientras que el concepto está en todas partes y en ninguna. La potencia del entendimiento separa una esencia de su soporte natural y la une ahora sí como sentido a un discurso concreto, puesto que no es discurso dotado de sentido sino en la medida en que es comprendido por un hombre concreto.
Por ejemplo, el concepto de la superficie del triángulo puede escribirse como bh/2 ese concepto, en la medida en que es comprendido es independiente de cualquier triángulo que yo pueda dibujar. Ahora bien bh/2 tiene sentido en la medida en que es comprendido por ustedes. El concepto es el sentido del ser y en nada se separa del mismo ser. Allí, en bh/2 tenemos la esencia de la “superficie del triángulo”, su sentido, es decir, todo lo que necesitamos para tener la superficie del triángulo menos su existencia misma. Para Hegel si hay algo milagroso es esta separación que efectúa el entendimiento. Sin la operación del entendimiento la esencia de la superficie del triángulo sólo existiría en el mismo triángulo, o la esencia del azúcar en el azúcar, es decir como natural o inmediata. Pero cuando merced a la potencia absoluta del entendimiento la esencia deviene sentido y se encarna en una palabra ya no hay relación natural.
Hay un no-ser que se manifiesta en el orden simbólico, pero un no-ser como negatividad. Niego el azúcar como tal y tengo en su lugar una fórmula.
La certeza sensible aparece inmediatamente como el conocimiento más rico y el más verdadero (por ejemplo ¿qué más verdadero que confirmar cada día que el sol gira alrededor de la tierra? O en nuestra práctica ¿cómo objetar la “certeza sensible” de un paciente que nos dice en una entrevista analítica, no puedo tal cosa?) Pero esta certeza se revela en efecto como la verdad más abstracta y la más pobre. Porque sólo se limita a decir “esto es” y su verdad contiene únicamente el ser.
Para Hegel lo concreto es la síntesis de múltiples determinaciones. La fórmula de la gravitación universal es más concreta que todos los amaneceres.
Hegel dice en la Enciclopedia que toda entidad puede “suprimirse” y por lo tanto es dialéctica. Por ejemplo un grano de maíz puede suprimirse para dar lugar a la planta de maíz, esto implicaría una dialéctica propia del sein.
Lo real mismo es dialéctico y lo es porque implica además de la Identidad, este segundo elemento constitutivo fundamental que Hegel llama Negatividad.
En el seno de la realidad total es necesario distinguir la realidad natural puramente idéntica que no es dialéctica en sí misma y que no se suprime dialécticamente a sí misma y por otra parte la realidad humana, negatriz en esencia, que se suprime dialécticamente tanto a sí misma como a la realidad idéntica natural que le es dada. No queda claro si este es un planteo de Hegel o de Kojève. Dado que el primero dice las dos cosas, al menos si nos atenemos a la Fenomenología y la Enciclopedia.
En el conocido ejemplo de la bellota y el roble, la transformación de la bellota en roble para Kojève no es dialéctica. En cambio la transformación del roble en mesa de roble es una negación dialéctica del dato natural, es decir la creación de algo “esencialmente” nuevo, negando lo dado por la lucha y el trabajo.
La Identidad y la Negatividad son dos categorías ontológicas primordiales y universales.
Por la identidad todo ser sigue siendo el mismo ser, eternamente idéntico a sí mismo y diferente de los demás. O bien, como decían los griegos, todo ser tiene una esencia dada de una vez por todas, ocupa un lugar (topos) fijo y estable en el seno de un mundo ordenado (cosmos) por toda la eternidad. Pero merced a la negatividad un ser idéntico puede negar o suprimir su identidad consigo mismo y devenir distinto de lo que es, vale decir, su propio contrario.
El ser simplemente idéntico, no existe más que en sí y para los otros.
El ser real concreto es a la vez Identidad y Negatividad. No es sólo ser estático dado (sein) sino también devenir, Tiempo e historia, no es sólo identidad o igualdad consigo sino también negación de sí mismo en tanto que dado y creación de sí como algo distinto de lo dado. En otros términos, no es sólo existencia empírica (dasein) y necesidad (notwendigkeit), sino también Acción y libertad. Fíjense que esto es ser a la vez lo que se es y lo que no se es. Devenir otro que lo que se es significa tomar posición frente a sí mismo, es existir. Es el ser para sí. Escindido en ser real y discurso revelador.
Ser a la vez Identidad y Negatividad es Devenir. Aquí tenemos reunidas en una sola expresión las tres categorías esenciales del sistema hegeliano.
¿Es dialéctica la naturaleza en sí misma? Hegel es contradictorio en este punto ya que por un lado sostiene que sí, pero también lo niega al afirmar que de los componentes de la Totalidad, la Negatividad es el específicamente dialéctico, la identidad (el otro componente) no tiene nada de dialéctico. Lo Real es dialéctico porque implica un mundo humano, no siendo la naturaleza de ningún modo dialéctica en sí misma.
En la Fenomenología del espíritu Hegel subraya la diferencia esencial entre el hombre y el animal, entre la Historia y la Naturaleza. La Naturaleza está dominada por la Identidad, mientras que es a la historia a quien le cabe la Negatividad.
Sin embargo en la misma Fenomenología del espíritu encontramos un capítulo sobre al Dialéctica de los fenómenos naturales (cap. V, A, a) que Kojève considera un error de Hegel “que no hace sino enturbiar su autoridad filosófica”.
Haciendo esta salvedad, Kojève destaca la Dialéctica de la existencia humana que en primer lugar rechaza toda antropología naturalista que asimila el Hombre al animal y no ve entre ellos ninguna diferencia esencial, dice allí (cap.V, A, c) “el hombre es en y para sí mismo. Es para sí, es decir que es una acción libre. Pero es también en sí, es decir que tiene él mismo un ser dado innato...”.
Vemos como rescatar el concepto hegeliano de negatividad le permite a J. LACAN oponerse a las formulaciones que pretenden hacer del hombre un organismo natural, dotado por lo tanto de instintos y necesidades naturales, que debería adaptarse a un medio (social), planteo que subyace en los postulados de la “ego psychology”.
3)
La idea de muerte y el deseo de reconocimiento.
Sabemos que muchas de nuestras ideas no son más que vulgatas de teorías más desarrolladas que a veces ignoramos.
Los Redondos, por ejemplo, son hegelianos. Cuando los Redondos dicen “vivir cuesta vida” son hegelianos. El viviente se sostiene en la vida desgastándose como viviente, la información sobre ese desgaste le llega al sujeto como dolor. El dolor, que para Ruben Darío es la desgracia del hombre, (“dichoso el árbol que es apenas sensitivo y más aún la roca porque esa ya no siente...), para Hegel es su privilegio porque solo aquel que siente el dolor está en condiciones de poner en marcha su acción con vistas a la resolución. Sólo aquél que siente lo que le falta es un sujeto frente a un objeto o aparece un objeto para él. Si no hay carencia no hay objeto.
Ahora bien, el acceso al objeto puede estar obstaculizado por otro sujeto. Es decir, puede darse el caso de que dos conciencias se disputen el mismo objeto, en cuyo caso no sólo hay un otro a quien deberá doblegar sino que él mismo también deviene objeto para ese otro. Así, aparece la angustia ante la muerte, porque el otro puede infligirle la muerte.
Según Hegel el hombre no es más que Deseo de Reconocimiento y la Historia es el proceso de la satisfacción progresiva de ese Deseo.
¿Qué hace posible la ciencia? Los griegos ya habían establecido que es por la identidad (Toda cosa es idéntica a sí misma) en el ser que es posible una ciencia de lo Real y la existencia de la Verdad, es decir la Realidad revelada por un discurso coherente.
“De acuerdo con Aristóteles, Hegel admite una diferencia radical entre el Amo y el Esclavo. Según él, el hombre puede aparecer en la naturaleza o crearse en tanto que hombre a partir del animal que era, sólo si una lucha a muerte con miras al Reconocimiento termina en una relación entre un hombre libre y un hombre sometido. Desde el comienzo el hombre es necesariamente Amo o esclavo, eso es lo que decía Aristóteles,... el hombre nace con una naturaleza servil o libre y jamás podrá suprimirla o modificarla. Los amos y los esclavos forman como dos especies animales distintas irreductibles o “eternas”... según Hegel, por el contrario, la diferencia radical entre el Amo y el Esclavo sólo existe al comienzo y puede ser suprimida en el curso del tiempo. Es que para él, el poder y la esclavitud no son caracteres dados o innatos. Al comienzo por lo menos, el Hombre no nace esclavo o libre sino que se crea de una u otra manera por la acción libre o voluntaria. El Amo es aquél que ha ido hasta el final de la lucha, dispuesto a morir en caso de no ser reconocido, mientras que el esclavo ha tenido miedo de la muerte y se ha sometido voluntariamente reconociendo al Amo sin ser reconocido por éste.
Ser Amo o Esclavo no es algo determinado por ningún dato, no puede ser deducido o previsto a partir del pasado que los ha precedido: resulta de un Acto libre. Por eso el hombre puede “suprimir” su “naturaleza” servil y devenir libre aún si ha nacido en la esclavitud. La historia, el movimiento de la existencia humana no es más que la negación progresiva de la Esclavitud por el Esclavo.
“Si la Negatividad es la Libertad que se realiza en tanto que Acción negatriz de lo dado, y si ella es la humanidad misma del hombre, la Negatividad y el Hombre no pueden aparecer por primera vez en la Naturaleza sino como un ser que niega o suprime su naturaleza animal innata, el hombre crea su humanidad sólo negándose en tanto que animal. En la Fenomenología la Negatividad se describe como una lucha a muerte por el Reconocimiento o como el Riesgo de la vida.
El deseo de Reconocimiento que provoca la lucha es el deseo de un deseo, es decir de algo que en realidad no existe (el deseo es la presencia manifiesta de la ausencia de una realidad): querer hacerse reconocer es querer hacerse aceptar como un valor positivo vale decir hacerse desear. Querer arriesgar su vida que es toda la realidad del ser viviente, en provecho de algo que no existe y que no puede existir como existen las cosas reales inertes o sólo vivientes, significa negar lo dado que se es en sí mismo como ser libre o independiente de ello. Pero negarse así en sentido estricto y mantenerse en la existencia es crearse en tanto que algo nuevo y por tanto existir en tanto que creado por si mismo o sea como libre o autónomo.
La lucha por puro prestigio, absolutamente privada de toda razón de ser biológica, de todo interés vital es ese riesgo lo que constituye la Acción negatriz. El hombre realiza(crea) su humanidad (libertad) arriesgando su vida tan sólo por la “gloria” o en función de su sola vanidad.
“El hecho de que los adversarios permanezcan con vida los somete a las necesidades de la existencia pero esta Necesidad acaece en el esclavo (que ha rechazado el Riesgo) mientras que el Amo (que lo ha aceptado) queda libre; el Esclavo sufre en su trabajo las leyes de lo dado, pero el Amo ocioso, que consume sus productos ya humanizados por el trabajo, preparados por el Hombre, no sufre la violencia de la naturaleza (en principio) también podría decirse que el Amo es en efecto humanamente muerto en la lucha, no actúa en sentido estricto ya que permanece ocioso, vive como si estuviera muerto, por eso no evoluciona en el curso de la historia... su existencia es una simple supervivencia o una muerte diferida. El esclavo se libera progresivamente por el Trabajo que manifiesta su libertad; pero debe finalmente retomar su Lucha y aceptar el Riesgo para realizar esa Libertad...
“El deseo de Reconocimiento es el deseo de un deseo, vale decir no de un ser dado (=natural) sino de la presencia de la ausencia de tal ser. Ese deseo, pues, trasciende lo dado natural y en la medida en que se realiza crea un ser transnatural o humano. Pero el deseo no se realiza más que en la medida en que tenga mayor potencia que el ser dado natural, vale decir en la medida en que se destruya (el ser dado natural) El ser que se destruye en función de un deseo de reconocimiento desaparece, es verdad, es una muerte en el sentido estricto del vocablo Y esa destrucción del animal es la creación del hombre. Así, el hombre trasciende la naturaleza con relación al ser dado”.
“El deseo humano, para ser considerado como tal, debe - según el Hegel de Kojève - no recaer sobre ningún objeto natural; su objeto es el deseo tomado como objeto, otro deseo, que revela así un vacío, la presencia de una ausencia. El deseo humano es fundamentalmente deseo del deseo del otro, e incluso cuando se dirige a un objeto natural se encuentra mediatizado, porque el deseo del otro recae sobre el mismo objeto”.
Seguiremos la próxima vez.
Clase 2
La dialéctica hegeliana y el deseo de reconocimiento (segunda parte)
A cargo de : Eduardo Albornoz
La clase anterior fue una clase de apertura y eso implicó que muchas cuestiones fueran tomadas en términos generales para permitirnos una aproximación a los temas que vamos a tratar. Hoy trataré de circunscribir un poco lo que veamos para posibilitar que se vayan fijando algunos conceptos.
Tratamos esencialmente tres ideas que J. Lacan importó para el psicoanálisis. La concepción dialéctica de lo real, la negatividad y el deseo de reconocimiento.
Retomemos la idea de Kojéve con la que finalizamos la vez anterior. Dice Kojéve: "Hablar del origen de la autoconciencia implica por necesidad hablar de una lucha a muerte por el reconocimiento. Sin esa lucha a muerte hecha por puro prestigio no habrían existido jamás seres humanos sobre la tierra. En efecto, el ser humano no se constituye sino en función de un deseo dirigido sobre otro deseo, es decir en conclusión de un deseo de reconocimiento" . Este deseo considerado como tal, debe - según el Hegel de Kojéve- no recaer sobre ningún objeto natural; su objeto es el deseo tomado como objeto, otro deseo, que revela así un vacío, la presencia de una ausencia. "El deseo de reconocimiento que provoca la lucha es el deseo de un deseo, es decir de algo que en realidad no existe (el deseo es la presencia 'manifiesta', de la ausencia de una realidad): querer hacerse reconocer es querer hacerse aceptar como un valor positivo, vale decir, hacerse desear" , e incluso cuando se dirige a un objeto natural se encuentra mediatizado, porque el deseo del otro recae sobre el mismo objeto.
Sobre este último punto vale la pena una aclaración. En mi opinión, al decir que la antropogénesis es consecuencia de una lucha por puro prestigio (ver clase anterior), Kojéve deja de lado la cuestión del objeto. Si bien no es simple poner en discusión el carácter antropógeno de la lucha por el reconocimiento, si podemos apreciar que este planteo es antes una hipótesis o una interpretación de Kojéve que algo expresamente hegeliano. La lucha a muerte en que las dos autoconciencias se prueban no es en principio una lucha por puro prestigio sin más ni más. El "puro prestigio" es un semantema acuñado por Kojéve y no forma, hasta donde yo sepa, parte del léxico de Hegel.
Hegel, por su parte, enfatiza la cuestión del objeto. Al referirse a esta lucha define al amo y al esclavo como dos figuras opuestas de la conciencia: "una es la conciencia independiente, para la cual es esencia el ser para sí. La otra es la conciencia dependiente para la cual es esencia la vida o el ser para otro; aquel es el amo, este el esclavo" . Dice más adelante "El amo se relaciona con estos dos momentos: con una cosa como tal, el objeto del deseo y con una conciencia a la cual la cosidad le es esencial" , es decir el esclavo.
Para el amo es esencia el ser para sí y no se detiene en la lucha, no teme a la muerte. Para el esclavo es esencia la vida, teme a la muerte y entonces acepta ser para otro, trabajar para otro podríamos decir.
Vale la pena reproducir el siguiente párrafo donde se aprecian que los tres términos están incluidos en el desarrollo del problema: "el amo se relaciona inmediatamente con la cosa por medio del siervo; el siervo, como autoconciencia en general se comporta negativamente respecto de la cosa y la suprime; pero para él la cosa es al mismo tiempo independiente, y no puede, pues, a través de su negación aniquilarla, ... el sólo la transforma" .
Podríamos esquematizar esto diciendo que el amo se relaciona inmediatamente con la cosa, con el objeto del deseo, interpone al esclavo entre la cosa y él. La relación del amo con la cosa es una relación directa, inmediata y en ese sentido no humana. El amo ocioso consume los productos ya humanizados por el trabajo. El esclavo, que ha renunciado a ser para sí, paradójicamente, mediante el trabajo, se humaniza en su relación con la cosa a la que debe transformar, es decir negar y superar.
Podemos entonces plantear de una forma menos idealista la función del deseo de reconocimiento, que sin dejar de ser el deseo de un deseo, es decir de ningún objeto, implica de todos modos una relación con el objeto, más precisamente una aufhebung del objeto.
Me detengo aquí dado que no es nuestro objetivo confrontar a Hegel con Kojéve. Pero sírvanos esto para recordar una vez más que el Hegel que considera Lacan es el Hegel de Kojéve y desde ahora entonces vamos a considerar con él que las categorías dialécticas son específica y exclusivamente antropológicas. Para Kojéve es inadecuado hablar de una dialéctica de la naturaleza. La realidad humana es la única capaz de revelarse a sí misma por un discurso. La Negatividad interviene únicamente en la realidad humana mientras que el Ser dado no está regido más que por la Identidad.
Volvamos al tema del reconocimiento. Si tomamos en cuenta que los mitos cumplen la función de dar cuenta del origen, podemos decir que la lucha por el reconocimiento es una explicación mítica de la antropogénesis.
Ahora bien, fíjense que si planteamos que el hombre se hace humano sólo como consecuencia de esta lucha por puro prestigio, y que si bien esta lucha era una lucha a muerte no terminaba con la muerte porque antes de morir el esclavo, temía por su vida y entonces reconocía al amo como tal. Fíjense que aquí ya nos encontramos con una función pacificadora de la palabra. El reconocimiento debe ser expresado en un pacto para que la muerte no se produzca, el pacto pacifica la lucha imaginaria del prestigio, porque esa lucha culmina necesariamente en la muerte real que eliminaría por sí misma toda posibilidad de reconocimiento.
Lo expresado plantea una dificultad que no vamos a desarrollar. El reconocimiento al que accede el amo es el de una conciencia que ha descartado su ser para sí. Como bien reconoce Kojéve, la relación entre amo y esclavo no es un reconocimiento "propiamente dicho", puesto que el esclavo queda sometido, y de ahí la insuficiencia y lo trágico de su situación". El reconocimiento del esclavo carece de valor para el amo porque el esclavo a renunciado a ser para sí. Entonces habría que suponer que la tensión dialéctica debe acentuarse, o dicho de otro modo que las contradicciones deben acentuarse, "aspecto registrado por la historia posterior a Hegel. Así este Cap. IV de la Fenomenología, que parece metafórico para el comentarista resultó en efecto premonitorio" . Nos encontramos entonces con una falla en el reconocimiento mismo.
Ahora bien, si lo primero es la lucha imaginaria y luego viene la función pacificadora de la palabra que viabiliza el reconocimiento del deseo. No por eso debemos olvidar que se trata de un mito, para que sea posible la palabra ya debe existir lo simbólico. Para Lacan el sujeto humano es efecto de lo simbólico, lo imaginario no basta. Resulta imposible pensar cualquiera de los órdenes separado de los otros.
El reconocimiento es ya algo así como un deseo elevado a la segunda potencia dirá Lacan más adelante, ¿porqué? Porque el objeto del deseo dejó de ser un objeto natural. El deseo de reconocimiento implica la entrada en juego de una dimensión simbólica, mientras que a nivel de lo imaginario se puede hablar de objetos del deseo a nivel del reconocimiento el objeto es uno, el Reconocimiento que está más allá del objeto.
Que tengamos que hablar de Hegel y de su mito del Amo y el Esclavo para dar cuenta del papel de la agresividad en nuestra civilización no deja de ser una paradoja. Precisamente en su escrito sobre la agresividad en psicoanálisis Lacan nos dice: “la preeminencia de la agresividad en nuestra civilización quedaría ya suficientemente demostrada por el hecho de que se la confunde habitualmente en la moral media con la virtud de la fortaleza”
En este texto Lacan recuerda la aceptación que tuvo la teoría de Darwin en la sociedad victoriana en la medida en que posibilitaba extender a la sociedad su hipótesis de la evolución de las especies. “La lucha por la vida”.
Pero antes que él, Hegel profetizó al parecer “la ley de hierro de nuestro tiempo. Es del conflicto del Amo y el Esclavo de donde deduce todo el progreso subjetivo y objetivo de nuestra historia, haciendo surgir de esa crisis las síntesis que representan las formas más elevadas del estatuto de la persona en Occidente...la satisfacción del deseo humano sólo es posible mediatizada por el deseo y el trabajo del otro. Si en el conflicto del Amo y el Esclavo es el reconocimiento del hombre por el hombre lo que está en juego es también sobre una negación radical de los valores naturales como ese reconocimiento es promovido, ya se exprese en la tiranía estéril del amo o en la tiranía fecunda del trabajo”
Antes de retomar los conceptos de Identidad y Negatividad querría detenerme en un pasaje del prefacio de la "Fenomenología del Espíritu". Tomémoslo del texto de Kojéve “La idea de muerte en Hegel” , dice que allí “... Hegel traza los grandes lineamientos de su filosofía y muestra con claridad el papel primordial que en ella representa la idea de muerte. Hegel extrae todas las consecuencias de este hecho. Según este pensamiento el Hombre aparece por primera vez en el Mundo natural, al aceptar voluntariamente el peligro de la muerte en una Lucha por puro prestigio; resignándose a la muerte y revelándola por su discurso el hombre llega al saber absoluto y concluye así la historia”.
Vamos a ver más adelante que esta es una de las dos perspectivas en que Lacan considera el tema de la muerte, la otra está tomada explícitamente de Freud es la pulsión de muerte freudiana que culmina en la formalización lacaniana del juego de par-impar y su relación con la memoria cibernética, que tendremos ocasión de comentar.
“El hombre aparece por primera vez ...al aceptar el peligro de la muerte”. Fíjense que la muerte es fundante de lo humano.
Una pregunta que surgió después de la clase anterior fue por la Negatividad, si el acto de nombrar algo implicaba la negatividad, creo que fue así que lo plantearon. Se podría responder que sí y no estaría mal. Pero no creo que con eso baste para hacerse una idea del concepto de Negatividad en Hegel.
La Substancia, concebida como ser-estático-dado (sein) tiene por fundamento ontológico la Identidad (consigo misma), el sujeto del Discurso que revela a ese Ser y a sí mismo, es decir el Hombre tiene por base última la Negatividad.
El hombre dominado en su ser por la Negatividad no es sein sino Acción o Acto de postularse o de crearse a sí mismo. El hombre por su Acción niega a la naturaleza de la cual habla.
La realidad humana no es algo dado eternamente idéntico a sí mismo, sino un acto de autocreación progresiva temporal. Esa autocreación del hombre se efectúa por la negación de lo dado. La realidad humana no es natural ni inmediata sino que es una realidad dialéctica o mediatizada.
El hombre difiere esencialmente de la naturaleza sólo en la medida en que es razón (Logos) o Discurso coherente dotado de un sentido que revela al Ser, es él mismo no Ser dado sino Acción creadora ( es decir negadora de lo dado). El hombre no es movimiento dialéctico o histórico (=libre) que revela al Ser a través del Discurso, sino porque vive en función del porvenir que se le presenta en forma de proyecto o de un fin a realizar por la Acción negadora de lo dado y porque el mismo no es real en tanto hombre sino en la medida en que se crea como obra mediante esa acción.
Es decir, el hombre revela el Ser a través del Discurso. Es el entendimiento, es decir la facultad del discurso, lo verdadero y específicamente humano que lo distingue del animal y de la cosa. El entendimiento es una potencia absoluta que se manifiesta en y por la actividad de separación (o mejor aún, en tanto que acto-de-separar). El pensamiento humano es esencialmente discursivo.
Cuando se describe algo se hace abstracción del resto del universo. Al hablar de “esta mesa se lo hace como si ella estuviese sola en el mundo. En realidad es el hombre quien la aísla por su pensamiento. Pero así como la aísla puede combinarla con cualquier otra cosa y así crear un mundo cultural.
El concepto de una cosa es esa cosa misma desprendida de su hic et nunc dado. El concepto perro no se diferencia en nada del perro concreto. El concepto mesa no se diferencia en nada de la mesa. Pero el concepto no está fuera del tiempo y el espacio. El entendimiento puede separar una “esencia” de su soporte natural, así la esencia deviene sentido o “idea”. Pero el sentido no planea en el vacío, enseguida se incluye en un discurso. La separación del concepto no tiene lugar espontáneamente en el seno de la naturaleza, sino que es el resultado de una “actividad” del “entendimiento”. El “concepto” en nada se diferencia del mismo Ser, salvo que el concepto puede existir aunque el ser no exista. Puedo tener el concepto o el sentido del azúcar sin tener azúcar.
El sentido, la esencia de una cosa es algo así como esa cosa misma menos su existencia. Ahora bien, lo que puede quitarle el ser al Ser es el Tiempo.
Es decir en el presente puedo tener en un perro por ejemplo juntos el perro (el ser) y el concepto de perro, ahora bien, pasa el tiempo, pongamos cincuenta años, y me quedo sin el perro, el Tiempo le quitó el ser al Ser, me quedó sólo el sentido, el concepto.
Así llegamos al concepto como tiempo de la cosa.
Ser - ser = tiempo
Ser - ser = concepto
Con lo cual llegamos a que el tiempo es el concepto de la cosa.
Ahora bien, extraer el sentido del Ser es separar la esencia de la existencia. Esta es la actividad que la filosofía está llamada a explicar. Para hacerlo Hegel ha apelado al concepto de Negatividad. La Negatividad es una categoría ontológica fundamental, la negatividad es la energía del pensamiento, es decir, el entendimiento y su discurso que extrae el sentido del Ser, separando la esencia de la existencia.
El hombre se crea una existencia empírica propia esencialmente distinta de todas las existencias empíricas naturales. El hombre no es un ser dado ni el accidente de una sustancia. Es el resultado del esfuerzo de una potencia absoluta y él es esa misma potencia. El hombre es Negatividad. Separa la esencia de la existencia.
“La negatividad en Hegel domina el ser del hombre, que su realidad es acto de autocreación histórica por negación de lo dado en lo inmediato. La negatividad es aquí la acción como historia, no la nada en sí.
“Lacan reiteradamente define el símbolo como “muerte de la cosa”, como fundado en el par presencia ausencia, necesitando de la ausencia para su surgimiento”
A riesgo de ser reiterativo tomaré ahora una serie de citas extraídas del texto de Kojéve que amplían los conceptos trabajados:
“El Hombre se manifiesta por primera vez en el mundo de los fenómenos naturales por la acción de la lucha y aparece en ese Mundo del entendimiento con sus pensamientos y sus discursos como consecuencia de la acción del trabajo.
“la acción introduce el primado del provenir en el Tiempo. El presente de la acción es la realización de un proyecto de porvenir. En y por la Acción el porvenir tiene una presencia real en el Ser. El porvenir tanto como el pasado son la nada del Ser es decir su sentido...es la acción la que crea el mundo dominado por el porvenir, el Mundo de la ciencia y el arte en el seno de un Mundo natural regido por el presente y por el pasado...”.
“Dar cuenta del hombre en tanto que hablante, es aceptar sin retaceos el hecho de la muerte.”
“El pensamiento y el discurso revelador de lo real nacen de la Acción negatriz que realiza la Nada destruyendo al Ser: el ser dado del hombre, en la lucha y el ser dado de la Naturaleza, por el trabajo”. La Acción humana es una acción negatriz y el ser humano es propiamente esa acción. El ser humano sólo existe humanamente en la medida en que suprime o mediatiza esa inmediatez por la Acción negatriz. “El hombre niega y transforma la naturaleza por su trabajo y en sus luchas y es el discurso humano el que las revela. El hombre por el contrario se niega a sí mismo, él mismo se crea y se transforma, el es la mediación del ser dado por la negación activa y por tanto discursiva o reveladora” .
“Hegel subraya la diferencia esencial entre la muerte del hombre y el fin o la corrupción de un ser puramente natural; habla de una planta pero podría haber hablado de un animal o de una cosa inanimada. La diferencia reside en que el fin del ser natural está determinado por las leyes generales de la naturaleza, que de algún modo es impuesta desde afuera para el resto del universo por lo que es “extraño” al ser finito. Por oposición la muerte del hombre debe entonces ser comprendida como un fin inmanente o autónomo” . "él mismo es (en tanto que hombre) la causa de su muerte (en tanto que animal). Unicamente esa muerte "autónoma o espontánea puede ser consciente y también aceptada con libertad o querida (riesgo de la vida). Y ella tan sólo es humana en verdad, humanizante o antropógena. Como ser negador, el hombre hubiera podido indefinidamente ir más allá de sí mismo (sin dejar de ser hombre, sin tener necesidad de devenir super-hombre). Por eso la muerte del hombre es siempre de algún modo prematura o violenta por oposición a la muerte natural del animal o de la planta que han terminado el ciclo de evolución".
“El hijo implica o presupone la muerte de los padres, más a pesar de la negación que los separa hay identidad entre las generaciones que se suceden. A esto se llama historia. O si se quiere es la existencia total sintética o dialéctica del ser humano, donde la tesis de lo unido (identidad) y la síntesis de lo “separado” (negatividad) coinciden en la síntesis de lo reunido (totalidad). La historicidad del hombre está pues inseparablemente ligada al hecho de su muerte.
Para la próxima veremos las relaciones entre el deseo de reconocimiento y el transitivismo infantil y continuaremos con otras figuras hegelianas que J. Lacan considera en sus comienzos, los conceptos de “ley del corazón” y de “delirio de presunción”. Hasta la próxima.
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