
1. RELACIONES Y DIFERENCIAS, EN CADA UNA DE LAS MODALIDADES DE LAS NEUROSIS. Y COMO OPERAN EN LOS SIGUIENTES PUNTOS
A- El padre B- El síntoma
C- Relaciones posibles entre el Padre y el Síntoma
Por Ramiro Alberto Alvarez
La histeria:
-El padre: Toda histérica es una devota del padre, al inicio de su enseñanza Freud había presentado al padre de dos maneras: 1- Como el perverso que causaba la histeria de sus hijas 2- Como padre idealizado modelo ejemplar del amor y de las relaciones sexuales. En la histeria el padre es siempre incapaz de cumplir plenamente con su función simbólica, la histérica se presenta como la solución a esta impotencia, llenando la falta; pero cuando intenta hacerlo enfrenta una imposibilidad, ni un padre-todo puede asumir una posición fuera del orden simbólico fundamentado falicamente, de alli que tanto la imposibilidad como la impotencia sean cubiertas por un mundo ficticio, demostrando constantemente: no hay relación sexual.
- El síntoma: Se estructura en torno a una pregunta en relación a la sexualidad ¿soy hombre o soy mujer? O mejor ¿qué es ser mujer? Su sintomatología general se articula a una “anatomía imaginaria” que carece de relación con la estructura real del sistema nervioso, no obstante aunque Lacan examina la sintomatología de la histeria vinculándola a la "imago" del cuerpo fragmentado, no define la histeria como un conjunto de síntomas, sino como una Estructura. La estructura del deseo, como deseo del Otro, aparece en la histeria con mayor claridad, el histérico es alguien que se apropia del deseo del otro identificándose con él
La neurosis Obsesiva:
-El síntoma: En la neurosis obsesiva el síntoma se articula sobre la pregunta que tiene que ver con la existencia. Ser o no ser. Estoy vivo o muerto o bien por qué existo. Por ello el obsesivo trabaja febrilmente por justificar su existencia. De otra parte la angustia es la causa de la duda el conjunto sintomático esta al servicio de estructurar el deseo como imposible, dicha imposibilidad de acceso al objeto será lo que lo aleje definitivamente de él.
-El padre: en el caso de la neurosis obsesiva el padre prohíbe realizar el deseo del sujeto “so pena” de castración. El deseo de defender a la madre y guardársela para él, choca con la tendencia choca ordenada de la autoridad del padre y el amor que le tiene. Ese primer significante del Otro que es deseo indeterminado y por tanto arbitrario y caprichoso de la madre, debe ceder su lugar al significante del Nombre-del-Padre y articularse con la metáfora paterna. El obsesivo quiere la muerte del padre que a su vez genera culpabilidad.
No podríamos pasar por alto que la simbolización del padre es un factor fundamental en la etiología de las estructuras neuróticas. En Lacan es un tercer término, que al mediar la relación dual imaginaria entre la madre y el niño, salva a este último de la psicosis y hace posible el ingreso en la esfera social. Por eso se podría señalar que existe una relación directa entre el padre y el síntoma pues es el elemento “sine quam non” se estructura la neurosis como una manera de posicionarse en el mundo, por ello para Lacan la neurosis no es algo anormal sino el “precio” que el sujeto debe pagar por su ingreso a la cultura.
2. ACLARACIONES DE LACAN EN RELACION AL CASO DORA
Mi comentario anexo es en relación a la Transferencia respecto a la cual Lacan hace unas puntuaciones muy pertinentes:
En “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Lacan formula un cambio con respecto a la función de la palabra en el análisis: plantea que la palabra es demanda. Demanda, que en principio, no es demanda de algo, de algún objeto, sino que puede plantearse en términos de un querer decir. Si alguien va a un análisis es porque quiere decir, y se le ofrece que hable, con lo cual se suscita esa demanda. En este sentido, la transferencia no es otra cosa que el despliegue de la demanda. Llevado este despliegue a su límite, la demanda es demanda de amor: cuando la demanda empieza a vaciarse de los supuestos objetos que se demandan, hasta que está en juego ya no se sabe muy bien qué, en ese punto límite, lo que está en juego es el ser y una de las maneras de poner en juego algo que responda a esa demanda de ser es el amor.
El amor y la pulsión son dos maneras de responder a la falta en ser: ser amado –si el Otro responde a la demanda de amor- es una manera de ser. La otra forma es el goce. Una manera de ser es gozar. Los momentos de goce son momentos de certeza de ser, y no momentos de falta en ser. Cuando hay la certeza de que uno está gozando, ahí no hay falta en ser; hay ser.
Y estos dos ejes, el amor y la pulsión, se van a poner en juego en la transferencia. Desde la perspectiva de la satisfacción pulsional, la transferencia es más bien muda: no es lo que se dice, sino la satisfacción silenciosa que está por debajo de lo que se dice.
Al final de su enseñanza, Lacan insistía en que la palabra sirve para gozar; en que, lejos de ser un puente con el otro, la palabra es autoerótica. Para que llegue a haber algo del orden del diálogo, hacen falta otras instancias. Y es un dato cotidiano que se puede hablar, hablar y hablar para gozar y sin ninguna comunicación con ningún otro.
3. ACLARACIÓNES DE LACAN EN RELACIÓN AL CASO DEL HOMBRE DE LAS RATAS.
De entrada se puede afirmar que es fundamental en la teoría clínica del psicoanálisis la lectura que Lacan hace del caso del hombre de las Ratas en relación a conceptos tan importante como: el goce, al deseo y en general a la clínica de las neurosis. Mi comentario va enfocado en relación a la dimensión teórica que Lacan le otorga al deseo en el Obsesivo:
Encontramos que en el obsesivo se trata de una relación con el deseo que traduce lo que Freud llamo un desligamiento de las pulsiones y que hace que el obsesivo esté en su relación con Eros, en serias dificultades, en la medida que esta relación está amenazada por el aspecto destructivo. Uno debe preguntarse porqué el obsesivo tiene que presentarse ante todo, como no deseando nada.
Es paradigmático: el que desea siempre es el otro, el semejante pero eso mismo, es de aquello de lo que se queja y se traduce en síntoma. En todo caso, la clínica lo muestra cada día, presenta su deseo bajo una forma negativa: " no es que yo quiera tal cosa" o el típico " no vayas a creer tú que quiero tal cosa" o aún , otra versión más sofisticada " no es eso lo que quiero, pero debo hacerlo". En esta última versión, se hace evidente como el imperativo - ya sea que responda a la moral que dice sostener o que se imponga como una formula de mandato- ocupa de un modo disfrazado, el lugar que no es sino el del deseo, y así , escabulle esa responsabilidad que implica su relación con el deseo, con el objeto de su deseo.
Esta característica no apunta sino a lo que Lacan llamó la anulación del deseo, es lo que Freud muy pronto reconoció y examinó en su trabajo "La Negación", donde nos trae un formidable ejemplo, justamente de un obsesivo quien cuenta un sueño y le dice: " no vaya a creer ud. que la mujer de mi sueño es mi madre." A lo que Freud inmediantemente agrega que la afirmación en el obsesivo se presenta bajo el modo de la negación.
En ese justo lugar donde algo del deseo puede presentarse, el obsesivo coloca el significante que lo anula, el significante que intenta borrar toda emergencia de los signos del deseo. Es eso lo que acentuó Freud y que Lacan precisa: esa anulación por medio de la negación, supone en la suspensión simbólica que afirma - " no es eso"- la plaza simbólica de lo que es negado, ya que poner entre paréntesis es indicar que hay algo escrito.
4. COMPARACION LAS INTERPRETACIONES FREUDIANAS Y LACANIANAS EN EL HISTORIAL DE JUANITO
En Freud indica en un primer momento que no es posible considerar la fobia como un proceso patológico independiente, él las relacionó en un principio con la neurosis obsesiva y con las neurosis de angustia. Con el caso juanito Freud logra delimitar la neurosis fóbica y señalar su similitud estructural con la histeria de conversión, en ambos casos la represión tiende a separar el afecto de la representación; pero también marca una diferencia fundamental, en la histeria de angustia la libido que la representación ha separado del material patógeno no es “convertida” sino liberada en forma de angustia. La formación de los síntomas fóbicos tiene su origen en un trabajo psíquico que se ejerce desde u principio con el fin de ligar de nuevo psíquicamente la angustia que ha quedado libre. La ambigüedad de Freud en este postulado esta en la fobia puede ser un síntoma y también una entidad clínica subyacente.
Lacan sigue a Freud en su diferenciación entre fobia y angustia; la angustia aparece primero y la fobia es una formación defensiva que convierte la angustia en miedo, concentrándola en un objeto especifico. Sin embargo en lugar de identificar el objeto fóbico como representante del padre (según la idea de Freud), lacan sostiene que la característica fundamental del objeto fóbico es que no se limita a representar una persona, sino a distintas personas sucesivamente. En el caso citado el Caballo no representa un significante único, sino como un significante que no tiene un sentido univoco y es desplazado sobre diferentes significados sucesivos. La fobia asume las mismas características que Levy Strauss le atribuye a los mitos, solo que en el nivel del individuo y no en la de la sociedad. De otra parte es importante aclarar que la ambigüedad freudiana reaparece en Lacan en la disyuntiva de la diferenciación de la fobia entre síntoma o estructura, aspecto que lacan logra resolver en le años 68, donde afirma que la fobia no se puede ver como una entidad clínica sino como una plataforma giratoria de empalme entre la histeria la neurosis obsesiva y la perversión.
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