EXPERIENCIA MÍSTICA Y PSICOANÁLISIS
Conferencia Dictada en la CRC (Colombia)
Por Ramiro Alberto
Álvarez. Ps

I. ¿A qué nos estamos
refiriendo con la expresión “Fenómeno Místico”?
Siguiendo la notable
obra de Jordi Font ,y dejando por un momento de lado, los fenómenos
paramisticos que pueden acompañar, o no, a la experiencia mística y que son
fenómenos senso-perceptivos como: visiones, apariciones, audiciones, éxtasis,
estigmas o revelaciones.Estos fenómenos tienen una alta incidencia de
psicopatología o bien son fenómenos que explican la fragilidad emocional o la
labilidad afectiva de las personas que los sufren, tanto si su experiencia es
sana como patológica. Entrar a definir lo místico es adentrarnos en un terreno que tiene un carácter polisémico y ambiguo lo cual constituye su esencia
fundamental, por ello se hace necesario mas que definirlo, delimitarlo. Nos
apoyaremos en las reflexiones de William James, citadas por Domínguez Morano,
delimitando particularmente su fenomenología, en estos aspectos imprescindibles
:
• Existe una
predominancia afectiva determinada por la incapacidad para expresar la
experiencia.
• Una iluminación
intelectual, el místico tiene la experiencia de poseer un saber que escapa a la
razón discursiva y lógica.
• La transitoriedad,
la experiencia tiene una duración más bien breve, la duración es de minutos, a
lo sumo un par de horas.
• La pasividad es el
último elemento fundamental, la experiencia se impone sobre el sujeto
adueñándose de él, dejándolo reducido a un estado de quietud.
• Entre otros
elementos aportados por otros estudiosos del tema podemos añadir: la
transcendencia del tiempo y del espacio, estado de ánimo gozoso, transformación
personal .
Desde el punto de
vista psicoanalítico, vemos que la exposición de James adolece del elemento
relacional (Alter ego), elemento importantísimo a la hora de elaborar un
diagnóstico diferencial. La experiencia mística es ante todo una evento
totalizante del amor, de la unidad con el todo, donde los límites del yo que
operan de modo diverso.
II. El enfoque
genético y estructural frente al “Fenómeno Místico”
El abordaje de la
experiencia mística desde el psicoanálisis se daria desde dos campos bien
definidos: el genético y el estructural. Representados por Melanie Klein y
Jacques Lacan, respectivamente. Si bien ambas posturas analizan el hecho desde
ópticas diferentes, éstas no resultan excluyentes, sino complementarias.
• Perspectiva Genética: dimensión materna (
Melanie Klein).
Tanto Freud como
Klein hablaron de la posibilidad de una regresión del ser humano a una etapa
anterior de su existencia, nos referimos al estado de fusión primitiva y gozosa
con el objeto vivido como totalidad (la madre). En este punto se podría
encontrar la clave para la comprender la relación de objeto que mantiene el
místico con su Dios. Esta experiencia con la madre en los primeros años es
fundamental para cualquier ser humano para poder elaborar internamente objetos
mentales básicos para toda la vida (Dios entre ellos).Así quien no se pudo
sentir radicalmente confiado y abandonado en unos brazos maternales,
difícilmente podrá experimentar en el futuro una confianza y un abandono
placentero en la figura de Dios como objeto de fe. En esos primeros estadios la
realidad del bebe es confusa y caótica, fundamentalmente porque no existe una
diferenciación entre el Yo y el Tu, hay fragmentación, desorden en el sentir,
aspectos marcados por el sentimiento de omnipotencia( el niño se juega su vida
entre la Introyección y la proyección). Solo a partir del concepto desarrollado
por Klein de Posición Esquizo- paranoide y depresiva, se logra evidenciar cómo
el niño alcanza a triunfar parcialmente a este estado de precariedad
existencial.
Lo anterior muestra
la importancia que juega en la vida de los sujetos la dimensión de lo femenino.
Lo femenino materno marca fundamentalmente la experiencia de fe, por ello los
grandes místicos adoptan, no pocas veces, posturas femeninas en su experiencia
de Dios: Dios-madre(Ekkhart), asumir una actitud femenina ante Dios, indicando
que hay algo que no depende de la diferenciación sexual. Desde una orientación
psicoanalítica se puede entender que las identificaciones primarias realizadas
en los primeros enlaces con la madre, aparezcan en la experiencia de
vinculación del Otro como sacro, esta posición femenina tan importante en la
experiencia mística fue debidamente asumida por personas como Juan de la Cruz e
Ignacio de Loyola, pero fracasó en el caso Schreber, allí podemos evidenciar
los estamos de “equilibrio” que lo femenino ofrece a la vida psíquica, pero
también como su ruina deviene en delirio psicótico, como en el caso mencionado.
• Perspectiva estructural: la Función
Paterna(Jacques Lacan)
Si bien el enlace
afectivo con la madre (identificación primaria) es fundamental en la
estructuración de la personalidad de un sujeto, este proyecto no llegaría a
término si la madre no fuese desalojada de su posición de “sujeto devorador” de
su hijo, función que tiene que ver con el padre, pues esta matriz primera tiene
que desaparecer para que el sujeto pueda avanzar. Es necesaria una “palabra
tercera”, la del padre, sin la cual se permanecería enclaustrado en la
fascinación del desdoblamiento narcisista imaginario. El símbolo paterno
aparece,pues, como la representación de una ley básica que opera a la par con
la estructuración del deseo, que es una obligada renuncia a la omnipotencia
infantil y remite al niño al enfrentamiento de la limitación y a los márgenes
de lo humano, este paso hace que el sujeto no tenga otra alternativa que la
búsqueda constante de su completud, pero que solo podrá encontrar en el camino
del reconocimiento de la diferencia y la distancia. Ese proceso permite que el
sujeto desarrolle su capacidad de búsqueda de diversos objetos, lo cual lo
constituirá en un sujeto social por antonomasia. Ya se puede advertir a esta
altura lo que sucedería con una persona que pretenda sugerir la vivencia de una
experiencia mística, pero que no hubiese sido castrada por el significante paterno,
la experiencia se convertiría en una búsqueda fusional con lo materno y no una
auténtica posibilidad de desear más allá de la necesidad. Esta palabra tercera
(función simbólica de la ley) esta manifestada en los místicos en el Espíritu,
el director espiritual, la iglesia; de otro modo la experiencia del místico se
transformaría en la proyección de la propia imagen idealizada
III. Fenómenos psuedo
-místicos.
El excesivo
racionalismo propio de la modernidad deviene en la postmodernidad en una
búsqueda casi desesperada por experiencias que estén lejos de lo racional. En
este retorno de lo reprimido en la cultura, la emocional, sensorial y cuasi-
mágico, nos teje una época donde la ilusión y el imaginario se entrelazan como
los soportes de la realidad, dejándonos con muy pocos recursos para estructurar
experiencias verdaderamente plenificantes y creadoras. La experiencia
espiritual ha sido la más afectada debido a su abundante caudal de símbolos y
elementos metafísicos los cuales si no son puestos en la criba de la sensatez y
del análisis crítico dejan a los incautos en la dimensión de la ilusión cruda y desnuda. Es importante
advertir siguiendo a Joan Baptista Torello , que en sentido estricto un místico
no es un visionario; las visiones, revelaciones, éxtasis, estigmatizaciones,
bilocaciones, no constituyen la esencia de la experiencia mística, son
fenómenos de orden secundario y completamente accidental, no olvidemos que para
el psiquiatra y el psicólogo clínico estos aspectos extraordinarios en sus
cercanías a la alucinación, al delirio o a síntomas psicosomáticos o
histéricos, han sido los que con frecuencia han figurado en psicopatología como
pruebas de conflictos psíquicos no resueltos, por parte de personas
“religiosas”. En contraste los místicos auténticos nos muestran la necesidad de
un intenso trabajo a nivel interior para acceder al Otro, es innegable que las
lógicas de consumo contemporáneas nos llevan a un misticismo facilista que es
un auténtico adefesio de la experiencia religiosa, pues constantemente
estaríamos atravesando un campo minado.
Grupos religiosos en
los cuales se ofrecen revelaciones, lluvia de milagros, sanaciones
extraordinarias, ajenas al camino largo y ascético de los místicos
tradicionales, ”ghettos de auto- salvados” cuya enseñanza a quedado relegada a
un tiempo y un espacio “superado”: la falta de discernimiento y la ignorancia
religiosa se convierten en terreno abonado para estos destellos de
espiritualismo alienante, pues el Otro es el nombre que se el da a un yo
omnipotente excluyendo la necesidad reconocernos como sujetos barrados y en
falta. En definitiva, la religión en todos los matices del postmodernismo actual intenta engañarnos con la falsa premisa de hacer creer que somos seres
totales, plenos, desconociendo como lo dijo Lacan que somos seres esencialmente
deseantes.
IV. ¿Que sería la
mística concretamente para el psicoanálisis?
Se podría considerar
como un proceso sublimatorio, puesto que supone la posibilidad de expresar y
canalizar el deseo, formularlo, liberarlo, en una apertura amorosa al
Otro(Dios), más allá del retorno de lo reprimido. Un Otro que
psicoanalíticamente habría que entenderlo, como un objeto interno que elaborado
desde la primeras experiencias vitales, posibilitaría, mas allá de la mera
repetición de lo antiguo, la apertura a un encuentro y la epifanía de una
realidad amorosa plenificante. Es importante anotar, que en este tipo de
sublimación, el cuerpo sin recluirse en la búsqueda de placer, no es excluido
del gozo:”siéntese grandísimo deleite en el cuerpo y gran satisfacción en el
alma”(Santa Teresa-Camino de Perfección c31,3), aquí observamos como ocurre una
desvinculación de la libido de las funciones biológicas, conservando sus
“cualidades” esenciales de la sexualidad, manteniendo la intención del eros:
deseo, gozo, intercambio de dones, ofrenda, demanda, confirmación del uno y del
otro . De modo que solo somos capaces de amar y experimentar a Dios en la misma
medida que somos seres sexuados-deseantes.
V. Elementos para un
pronóstico.(No
disponible en esta edición)
VI. Aportes de la
experiencia mística al mundo actual.
Para el psicoanálisis
la experiencia mística constituye una usanza subjetiva y singular y como tal tiene
un interés clínico de primera mano, desde este panorama
dicha experiencia siempre dejará mas interrogantes que certezas, pero también mostrará un camino a recorrer, una incógnita por despejar y una práctica
clínica por desarrollar.
El aporte fundamental
de la Experiencia Mística, constituye el hecho de ubicar la experiencia
religiosa mas allá del infantilismo y la regresión, en un auténtica experiencia
humana de plenificación y madurez, además de constituirse en un objeto probo de
estudio para las ciencias sociales.
El “no ceder” a la
experiencia mística enseñada por Lacan nos indica nuevas maneras de abordar el
tema del Otro, el goce, el adentro y al afuera, y la estructura subjetiva.
Lacan nunca condeno la experiencia espiritual, solia burlarse de la historia,
de las pretensiones del intelecto, de la prepotencia académica, pero nunca de
la espiritualidad, de la cual era un gran estudioso.
El misticismo es una
invitación a superar nuestros deseos infantiles de omnipotencia, en su
tendencia a dominar, controlar. El místico nos habla del radicalmente Otro, y
de la impotencia incluso para referirse a él, por ello el recurso constante a
la poesía, a la canción, al verso; en definitiva a lo estético, como discurso
no-racional y singular.
El místico es una
invitación constante al despojo. El miedo que tiene el profano lo incita reunir
una caudal de conocimientos y cosas que le brindan un falsa seguridad exterior;
el místico en su viaje al interior encuentra una seguridad que esta por encima
de cualquier razonamiento lógico y de cualquier posesión material. Donde
termina la creatura empieza el ser de Dios.
El místico vive
intensamente la premisa del libro del éxodo: “No te harás imágenes de Dios”. El
místico constantemente pone en cuestión las imágenes de la filosofía y la
teología sobre Dios, en este sentido es un auténtico revolucionario, de su
despojo incluso de las instituciones donde el discurso de la enunciación
(místico) no corresponde con el del enunciado (Institución). El místico evidencia la distancia que existe entre el Dios del evangelio y el Dios de las
teorías teológicas, de modo que su experiencia, no apuntaría una teología de la
liberación, sino a un liberación de toda teología.
El místico “denuncia”
con su constante esfuerzo, lucha (noche oscura) y perseverancia que la
experiencia de fe no tiene nada que ver con los shows mediáticos de las
religiones, con los brotes psicóticos de ciertas denominaciones religiosas y
menos aun con la gula “emocional” que brindan en el nombre de la espiritualidad
muchos profetas de desastres.
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