El Superyo: ¿una instancia psíquica obscena y feroz?

El superyo tiene dos facetas bien definidas que interesan
particularmente al psicoanálisis, su dimensión consciente e inconsciente. El
superyo no solo es el representante de la ley moral que apunta a nuestro bien y
al bien de los otros(superyo-conciencia), también es un semblante de ley, una ley inconsciente e insensata cuya
intimación, más apremiante que cualquier mandato de la conciencia nos ordena
llevar el deseo hasta las últimas consecuencias, por esto es desenfrenado en
sus intimaciones, cruel en sus prohibiciones, sádico en su dureza y celosamente
vigilante.
El superyo[2] queda así
definido como una ley implacable y severa que si bien posibilita la renuncia a
las pulsiones agresivas, deja la sujeto en un circuito sadomasoquista muy
complejo que, por demás, se sostiene y se justifica en el cumplimiento de
elevados preceptos reunidos bajo la égida del Ideal del yo. Freud enseñó que el
superyo, por tanto, no es una instancia moral por el contrario, el superyo se
pone al servicio del dolor moral, es decir, de la humillación y la mortificación
psíquica. El superyo por tanto, si bien provoca las manifestaciones más
exacerbadas de la culpabilidad, no promueve la responsabilidad, por el contrario
un sujeto sometido a los imperativos superyoicos “cede a la responsabilidad”, es decir, a la aptitud de responder,
como lo afirma Lacan el superyo es simultáneamente la ley y su destrucción.
De otra parte, el superyo no parece tener una estructura
psíquica definida, pero si diversos modos de manifestarse en función de las defensas que cada sujeto
construya contra él: en la neurosis obsesiva, la severidad del superyo es
hiperintensa, ante lo cual el sujeto intenta defenderse no aceptando ninguna
imputación de culpabilidad expresa y procurando que su semejante lo exima de esa culpa dolorosa; en la histeria el individuo
se defiende de la fuerza del superyo a través de la represión, lo cual supone
que siempre tratará de comportarse como víctima sin asumir la responsabilidad
de sus actos; en la melancolía el sujeto se declara culpable y se somete a los
severos castigos del superyo.
Por último, es posible afirmar que el superyo no es una
instancia que pacifique al sujeto, o cuyo bien es el placer o el bienestar del
individuo, por el contrario su “bien” es el displacer, en otros términos el
Goce y a nombre de él opera como ley.
·
FREUD, Sigmund. El Problema Económico del Masoquismo(Obras
Completas Tomo 19). Buenos Aires: Amorrortu, 1979.
·
LACAN, Jacques. Seminario 26: la Topologia y el Tiempo. 1979
(Inédito).
· NASIO, Juan David. Enseñanza de los 7 conceptos Fundamentales del
Psicoanálisis. Barcelona: gedisa,1996
[1]
Es la experiencia de una pérdida y de un duelo, el de los padres fantaseados
como compañeros sexuales. Es en el niño(a) la primera gran separación profunda
e interior de los padres.
[2]
Freud hace depender las particularidades del superyó de la estructura, no del
género.
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