Jacob pelea en el valle de Jakok.
Génesis 32, 23-32
Por Ramiro A.
Alvarez. Mg

Son siempre
nuestras propias preocupaciones y angustias las que opacan nuestra
vida, muy frecuentemente el peso que más nos agobia es el de las angustias y preocupaciones
que nos creamos y de las que somos culpables. Cada vez que la noche oscura
llena de miedo nuestra vida, cuando las pruebas y enfermedades nos llenan de
dolor y desconcierto, es el momento de reaccionar y defendernos, tal como Jacob
reaccionó en aquella noche para defenderse luchando con aquel oscuro poder
que lo atacaba.
Hay que lograr que la luz aparezca para que,como Jacob,
podamos reconocer que en medio de todas
nuestras angustias y luchas esta también la mano de Dios mostrándonos el camino
de un aprendizaje que hemos venido a realizar en esta tierra y que no excluye
para nada el dolor; es por esto que este relato constituye una bienaventuranza
a todos aquellos que sumergidos en la
noche del dolor y la incertidumbre no saben a quién acudir, que desamparados
por sus familiares, abandonados por los “buenos espíritus”, más aún
atormentados por espíritus perversos, esperan pese a las más densas nubes
oscuras, en Aquel que en ese momento terrible permanece oculto. Jacob se
convierte en tipo de aquellos que perseveran hasta el final, éste reconoció
cuando comenzó a amanecer, que, aun en
medio de las más terrible tiniebla, Dios puede estar oculto y acepta
que se le hable como a un Hombre…En aquel claroscuro del inicio de la mañana se puede reconocer la verdad, allí la noche empieza a pasar, y la luz se empieza a vislumbrar del otro
lado del abismo.
La honestidad de
Jacob consiste en enfrentarse a sus propios fantasmas interiores y hace que
este relato nunca envejezca, y constituya un llamado a escuchar a solas la voz de
nuestro propio inconsciente…El se quedo
solo… Así comienza el relato, como un bloque de piedra que hace que el
protagonista se sumerja en la más profunda soledad y frialdad humana, aquel hombre lleno de
riquezas, mujeres, ganados, un hombre visiblemente bendecido estaba claramente
torturado por un superyo inflexible y
mordaz; por eso adonde va con sus
innumerables riquezas, su oscuro pasado también lo acompañará presente como una
sombra espectral. Ese era el lado oscuro de
esa existencia aparentemente bendecida, del hombre que está a la orilla del Yabok.
Un pasado no
elaborado enquistado en los profundos abismos inconscientes, no se deja
transportar al porvenir sin haber cumplido algunos requisitos, cualquier día
se descargan sobre nosotros esas densas nieblas que oscurecen nuestro porvenir,
nos paralizan y llenan nuestra vida de amargura y desesperación, cualquier día
experimentamos que “hacia adelante el camino se nos cierra” y en lugar de la ansiada salida, se avecina
hacia nosotros algo oscuro y espantoso que
se constituye en un enigma por descifrar: “ Y allí un hombre luchó contra él”.
Todo lo que
desconocemos de nosotros nos domina, afirmaba Nietszche: “manos invisibles son las que más gravemente nos dominan”,en el caso
de Jacob se observa un desconocimiento total en el
escenario de su lucha, lo único que sabe
es que tiene que defenderse y por eso lucha a golpes. Es claro que en lugar de
dejarse paralizar por su destino se sobrepone a él, defender el propio yo
frente a las fuerzas desconocidas, jamás doblegarse, ser valiente en el
momento de las preguntas, para disfrutar del momento de las respuestas, es una
auténtica aventura del espíritu. Ese doloroso y oscuro poder con el que lucha
en silencio no logra dominarle; a pesar de tener dislocada la cadera continua
el combate, obligando a hablar a ese poder que lo amenaza, el drama solo
logra resolverse a través de la palabra, esa palabra desnuda descubre el
amanecer de los dos combatientes, hay palabras que sanan como la aurora, como
una salida del sol; y la luz solo aparece a través de la palabra, el golpe es reemplazado por el verbo y la lucha cesa.De allí que toda palabra neurotizante
nazca de las mentiras que impiden que
los hechos reales hagan surgir los frutos de la aceptación, a partir de la
situación real.
Ese hombre rico aun
dentro de su miseria espiritual y su pobreza moral logra descubrir una riqueza
más profunda; solo un ser humano es rico cuando como Jacob se agarra de Dios y
le dice:” no te soltaré sino cuando me hayas bendecido” por eso de allí en
adelante ya no se llamará Jacob sino Israel (el que peleó contra Dios),
continuará bendecido pero cojeando: eso le recordará quién es, un ser en falta, un ser deseante.
En definitiva, lo
negativo de nuestra existencia asumido pierde su virulencia y se comporta como una fiera domesticada, la convivencia de lo simbólico (syn-balleim = reunir) y lo diabólico (
dia-ballein= disgregar)es lo que da equilibrio al ser humano. El yo en su afán de
afirmarse en su imaginario de omnipotencia infantil renuncia inconscientemente a
reconocer incluso a negar su parte negativa. Reconciliarnos con nuestro lado
sombra es absolutamente terapéutico; reconciliarnos con aquella parte de
nosotros mismos que no nos gusta, no para combatirlo sino para asumirlo, es el
inicio de la paz interior. La perfecta
alegría no reside en la positividad que uno pueda tener, por más excelente que
sea desde el punto de vista religioso, sino en la propia negatividad asumida
con amor.
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